Este dibujo transmite un aire misterioso ideal para trabajar con una paleta de colores oscuros y contrastantes. El fantasma puede colorearse en tonos grises, blancos o azulados para resaltar su efecto translúcido y etéreo. El cielo nocturno admite un fondo negro profundo o un azul marino, mientras que la luna puede pintarse en grises claros con detalles plateados o amarillos pálidos para iluminar la escena. Los árboles secos combinan bien en marrones oscuros, negros o incluso tonos rojizos para acentuar el ambiente tenebroso. Las tumbas y el suelo pueden trabajarse en grises y verdes apagados, aportando más dramatismo.
El contraste entre luces y sombras es clave: puedes dejar algunas zonas sin colorear para dar un efecto de resplandor. Esta es una gran oportunidad para experimentar con degradados y brillos que intensifiquen el miedo que transmite la ilustración.
