Para colorearla, fíjate primero en el cielo. Las espirales que representan el viento y las estrellas son fundamentales. Comienza con colores claros en el centro de cada estrella, aumentando la intensidad hacia afuera. Esto dará vida y profundidad al cielo nocturno. El azul profundo debe predominar, pero mezcla con tonos más claros para las zonas cercanas a las estrellas, creando un brillo radiante.
Luego presta atención al ciprés en primer plano. Usa verdes oscuros con pequeños toques de marrón para resaltar su textura y forma. Este árbol es esencial porque simboliza la conexión entre la tierra y el cielo, destacándose por su posición vertical.
El pueblo en la parte inferior requiere atención especial, ya que tiene más detalle. Combina tonos cálidos para las casas, resaltando los techos y ventanas. La iglesia, con su alto campanario, puede recibir un color ligeramente distinto, lo que resaltará su importancia simbólica en el dibujo, representando la espiritualidad y paz.
El reto principal al colorear este dibujo es mantener el equilibrio entre movimiento y calma. El cielo está lleno de movimiento y energía, mientras que el pueblo transmite tranquilidad. Artísticamente, destaca las líneas curvas del cielo con colores fuertes y vibrantes para reforzar el dinamismo. En cambio, en las áreas del pueblo, opta por tonos suaves y líneas más discretas para enfatizar serenidad.